La negligencia médica en casos de aneurisma cerebral es una preocupación grave que puede tener consecuencias devastadoras para los pacientes y sus familias. En este artículo, exploraremos en detalle qué implica esta forma de negligencia y cómo puede afectar el diagnóstico, tratamiento y pronóstico de los pacientes que sufren de esta condición.
¿Qué es un aneurisma cerebral?
Un aneurisma cerebral es un abombamiento de un vaso sanguíneo cerebral, que puede llegar a romperse. Los aneurismas que llegan a romperse pueden provocar una hemorragia cerebral, que puede llevar a un daño neurológico de carácter irreversible, e incluso la muerte del paciente. De ahí la importancia de reconocer los síntomas de forma precoz, para poder ser tratado sin demora.
El aneurisma cerebral se manifiesta con náuseas y vómitos, rigidez de cuello, pérdida brusca de conocimiento o desorientación, visión borrosa o doble, párpado caído, dolor detrás del ojo, debilidad de un lado de la cara…
¿Qué incidencia tiene entre la población?
Aproximadamente un 5% de la población tiene algún aneurisma en el cerebro, pero hay pocos casos que lleguen a producir síntomas o se rompan. Los aneurismas comienzan a dar síntomas cuando se hacen grandes o cuando se rompen.
Puede tener orígen congénito, o ser de origen traumático, tumoral, consecuencia de una arterioesclerosis, por causas infecciosas o por el consumo habitual de tóxicos.
¿Cuáles son los protocolos una vez se detecta el aneurisma?
Es importante llegar al diagnóstico diferencial con los síntomas del paciente, puesto que es necesario descartar primero que estemos ante una patología grave, como el aneurisma cerebral.
En el Servicio de Urgencias, cuando llega un paciente con un dolor de cabeza brusco, se necesita averiguar el origen de ese dolor de aparición brusca. Es fundamental reconocer los signos de alarma, que nos obligarán a realizar esas pruebas complementarias (TAC, angiografía) hasta descartar/confirmar que estamos ante una patología urgente, como una hemorragia cerebral o un aneurisma.
Si el aneurisma no está roto, se trata para extraer el aneurisma de la circulación sanguínea, para evitar que se rompa y sangre. Normalmente se realiza mediante una técnica de clipaje o ligadura del vaso sanguíneo que está causando el aneurisma, para interrumpir la circulación y aliviar la presión.
Un aneurisma roto precisará de una actuación más compleja, mediante embolización del vaso sangrante.
Si se ha roto, la mortalidad aumenta muchísimo. Por eso es fundamental reconocer los síntomas y actuar de inmediato.
¿En qué casos existe una negligencia médica en el tratamiento del aneurisma?
Cuando se banalizan los síntomas que un paciente refiere y no se realiza un diagnóstico diferencial, para descartar que se trate de un cuadro grave, estamos ante una actuación negligente.
Los protocolos de actuación en el Servicio de Urgencias ante un dolor de cabeza de inicio súbito o brusco establecen claramente qué tipo de exploración se debe efectuar y cuándo será necesario realizar pruebas complementarias, antes de dar el alta al paciente con un diagnóstico de cefalea (por ejemplo), sin descartar otras patologías más graves, que pueden llevar incluso al fallecimiento del paciente.
¿Qué hacer si se ha producido una negligencia médica en el tratamiento del aneurisma?
Si sospechamos que ha podido existir una actuación negligente, debemos solicitar de forma inmediata una copia de la historia clínica completa, que incluya todas las pruebas realizadas, incluidas pruebas de imagen.
Y contactar con un abogado especialista, que será quien mejor te asesorará y guiará para comprobar si, efectivamente, hubo una negligencia médica y cómo poder reclamar los daños provocados por esa negligencia.
Ejemplos de casos de negligencias médicas en el tratamiento de un aneurisma
- Retraso en el tratamiento de un aneurisma, que culmina en el fallecimiento del paciente.
Avisado el servicio de radiología intervencionista para arteriografía y embolización de urgencia, al ser viernes por la noche, se indica que hasta el lunes el servicio no podrá realizar el tratamiento. La demora totalmente injustificada en la realización de una intervención de urgencia provocó una evolución desfavorable, con hemorragia subaracnoidea y amplias zonas de isquemia cerebral que abocaron al fallecimiento del paciente.
- Paciente que acude en 2 ocasiones al servicio de urgencias, con dolor de cabeza muy intenso y de aparición brusca.
La segunda de las visitas refiere haber sufrido un síncope, con pérdida momentánea de conocimiento, vómitos, mareo, giro de objetos, movimientos involuntarios de los ojos…
Al tener antecedentes de migrañas, se pensó que se trataba del mismo cuadro, y no se realizó ninguna prueba diagnóstica para descartar que pudiera tratarse de algo distinto. A pesar de que existían signos neurológicos de alarma (síncope, giro de objetos, mareo, movimientos involuntarios de los ojos).
Unas horas más tarde, ingresa nuevamente en el Servicio de Urgencias, con idéntica sintomatología. Sólo tras realizar un nuevo vómito en la sala de espera en la que llevaba 4 horas, se solicitó un TAC que mostró una extensa hemorragia secundaria a un aneurisma cerebral.
Tras intervención de la paciente y un largo proceso de tratamientos de rehabilitación, ésta ha quedado con graves secuelas: pérdida de control de esfínter urinario, ceguera, pérdida de fuerza en extremidades, con marcha inestable… Siendo persona totalmente dependiente de terceros para realizar las actividades básicas de la vida diaria.
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